Todos conocemos, en alguna medida, los pormenores de la polémica gestión desde el mismo planteamiento del velódromo de San Vicente. Una macro proyecto de 6 millones de euros adjudicado a la mercantil Josector SL, integrada por los hermanos Castillo García. Estos empresarios, de controvertido pasado por denuncias de supuesto fraude, estafa o apropiación indebida, son los responsables de numerosos proyectos llevados a cabo en la provincia, algunos ligados al beneplácito de dirigentes del PP.
El velódromo es un macro complejo deportivo de 20.000 metros cuadrados construido con el dinero de todos y del que se preocuparon no le faltara de nada para, una vez concluido, adjudicar su explotación a manos privadas por 500 euros al mes, el primer año exento de pago. Aunque la mercantil, altruistamente, se ofreció a pagar 750 euros, serían necesarios más de 650 años para amortizar este coste.
El Ayuntamiento, al parecer, no estaba cualificado para explotar el velódromo directamente y echó manos de intermediarios. Estos a su vez, y previa compensación económica, han ofrecido la gestión de las instalaciones a otras dos empresas (Altafit y Velosur) que, lógicamente, pretenden rentabilizar su inversión: explotan “sus” instalaciones, alquilan locales o arriendan las máquinas de fitness y musculación a terceros fuera del recinto. Un negocio del que “casi todos” obtienes beneficios.
Puede que resulte complejo hacerse una idea del verdadero “uso” y comercio que se hace de lo nuestro, pero imaginemos el precio que cobra un agricultor por su producto y el que paga el consumidor en la frutería, después de pasar por tres intermediarios. Esa es la esencia: quienes han alquilado las máquinas del gimnasio tienen que pagar a Altafit, que pretende obtener beneficios para pagar a Josector, que ha invertido para rentabilizar su operación. Los inquilinos de los locales marcarán márgenes de beneficio para pagar a Velossur, que hará lo propio para pagar a Josector que… se llevará el monto de las ganancias.
Y, como ocurriera con la fruta, todos estos “intermediarios” pretenderán rentabilizar la actividad de “nuestro” velódromo. Unas instalaciones que explotan otros y que podremos utilizar “previo pago” para rentabilizar su negocio mientras, el Ayuntamiento, tiene las manos en los bolsillos durante el primer año y cobra el equivalente a un local de 100 metros cuadrados. El velódromo es, sin duda, un rentable negocio